jueves, 24 de diciembre de 2015

Juegos

Se quitó la venda de los ojos. El paisaje allí arriba era increíble. Una puesta de sol a través de los edificios, quizá la más bonita que había visto nunca. Quiso abrazarlo y besarle, pero sólo contuvo un suspiro y sonrió. La felicidad de su corazón rebosaba como el agua hirviendo en una olla demasiado pequeña.

La falta de sinceridad hizo que ambos durmiesen aquella noche con los ojos en el techo. Algo pasaba, pero nadie se atrevía a dar el primer paso.

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