domingo, 11 de mayo de 2014

Encerrados

Todo comienza con la oscuridad. Siempre comienza así.

Un punto, una anomalía; nada más ni nada menos. La perturbación desconocida, el origen del caos y de la perfección. Lo que vino a continuación permanecerá oculto para nuestro conocimiento hasta donde llegan las evidencias. Teorías, siempre teorías; meras simplificaciones; abstracciones mentales fruto de nuestro intelecto y nuestra imaginación copulando sin descanso, pariendo ideas. Sólo las teorías nos permiten adentrarnos en lo desconocido, y es allí donde residen nuestras soluciones.

Todo comenzó de la nada, y en cambio aquí estamos. Te contaré una historia que nunca ha pasado, pero que guarda en su interior las lecciones de una vida.

Desde pequeño él siempre vio el mundo de otro modo. Sus ojos eran los mismos que los del resto, pero su mente le engañaba. Observaba el mundo moverse, veía niños jugar y reír, y él jugaba y reía con ellos. Pero su mente no pensaba en aquello; su mente trataba de analizar de forma vaga y amorfa lo que ocurría. Tú has contado un chiste, los demás se han reído. Yo he contado el mismo chiste, y sólo recibo miradas de desprecio. Tú hablaste con aquella chica y ella te cogió la mano. Yo hablé con la misma chica y ella me dio la espalda. Su mente trataba de entender aquello, pero por más que lo intentaba no conseguía descifrar el extraño código que componía aquél escenario. ¿Era su aspecto el que generaba rechazo? ¿Era su voz? ¿Era la forma en que se movía? Necesitaba más datos, necesitaba observar más. Sus ojos veían más cosas de las que su mente era capaz de entender, y se perdía con frecuencia en pensamientos sin salida.

Sus ojos eran iguales a los de los demás, pero donde los demás chicos veían números él veía razones. Donde los demás veían figuras él veía respuestas a preguntas que ni él mismo sabía que existían en su cabeza. Inconscientemente él iba encajando piezas en un puzle oculto. Comprendía el movimiento de una partícula y la relación entre un círculo y un cuadrado, pero era incapaz de entender la naturaleza de una sonrisa. Él veía rabia y tristeza en los demás; observaba cómo aquellas emociones les motivaban a hacer cosas sin sentido, por eso él huía de ambas emociones. Pensaba, analizaba y obtenía conclusiones simples, vagas pero coherentes con la realidad. No eran explicaciones ni reglas, y aún así las trataba como tal.

Así pasó gran parte de su vida, troceando cada escena que sus ojos le arrojaban; desgranando las visiones en trozos más fáciles de digerir y analizar, relacionando aquellas fracciones y recomponiendo las partes en escenarios imaginados. Él no entendía de "cómos", sino de "porqués", y pensaba que cada pregunta tenía una respuesta clara que permitía comprender el funcionamiento del mundo. Era un robot cuyo objetivo era entender, pero no sabía ni por qué estaba allí ni por qué hacía lo que hacía, pensaba lo que pensaba y veía lo que veía. No se lo planteó siquiera.

Fue avanzando en un mundo caótico y sin sentido aparente, y cada vez que intentaba encontrar una respuesta se topaba con mil incoherencias que no tenían solución. Una y otra vez rompía sus teorías sobre el funcionamiento de las cosas, y rápidamente daba con teorías nuevas e incorrectas. Iba amoldando su modelo mental al de la vida que vivía en función de lo que veía y sufría. Pero jamás supo diferenciar entre caminar y andar.

Un día todo cambió. La oscuridad se lo tragó, y en su interior se produjo en caos. Se quebró todo cuanto creía haber comprendido. Su mente se hizo añicos en menos de un día. Nada de lo que pensara podría sacarlo de allí.

Y fue en la oscuridad donde encontró el secreto que todo el mundo guardaba. No existe una respuesta, no existe una regla y no existe una explicación para lo que sucede en este universo. Sólo existen teorías. Lo desconocido se vuelve conocido a la luz de las evidencias, cuando una teoría cobra sentido. Pero ni aún así se puede explicar el funcionamiento de algo tan complejo como una vida. Éste fue el último pensamiento que tuvo antes de salir de la oscuridad.

Él siguió analizando las cosas; no conocía otra manera de sacar conclusiones. Pero desde el momento en que desistió de encontrar las reglas del mundo su mente empezó a encontrar colores entre el blanco y el negro. Sus ojos seguían siendo los mismos, pero por fin era capaz de ver lo que otros veían. Dejó de huir de la rabia y la tristeza, aunque jamás fue capaz de evadirse de su abrazo. Dejó de trocear las escenas a su alrededor y permitió a su mente ver más allá de lo que era el mundo, de los funcionamientos y de las reglas. Comprendió que aunque un camino no lleve a ningún sitio, la gente lo transitaba sin preguntarse a dónde llevaba. Entendió que aunque un letrero apuntase en una dirección, esa dirección no era la misma para todos. Concluyó que el mundo no era el mundo, sino su mundo. No podría hallar explicación para todo lo que ocurría a su alrededor, ni podría encontrar las reglas que hacían que las cosas sucediesen de aquella manera. Pero tenía teorías. Las teorías no siempre se ciñen a la realidad, pero nos permiten actuar en función a lo que creemos. Las teorías no siempre son universales, sino que cada mundo dentro de cada persona tiene su propia versión de una teoría.

Por fin, después de muchos años, encontró la respuesta que andaba buscando a una pregunta que nunca  supo que se hizo.

¿Qué es la vida?
La vida es una teoría en nuestra cabeza; una teoría que explica por qué estamos donde estamos, por qué somos quienes somos y por qué hacemos lo que hacemos. Como todas las teorías, la vida va cambiando según añadimos información a nuestra mente. Como todas las teorías, no se puede saber con exactitud si es cierta o no. Y como todas las teorías, cada uno tiene su propia versión.

Esta es la historia de cómo de la nada nacieron las ideas, y en nuestra mente encuentran un lugar donde dormir. La verdad es un engaño. La realidad es, en realidad, oscuridad. La libertad se consigue mediante la aceptación. El amor se forja como una espada, y es nuestro único instrumento para sobrevivir en la oscuridad. La muerte y la vida no son separables. Son la misma cosa. Somos la misma cosa.

Somos la oscuridad.

No hay comentarios:

Publicar un comentario