martes, 3 de abril de 2012
Fiebre
Allí, recostado en su cama con ella a su lado, el mundo parecía no existir. Sentía su respiración tranquila cerca mientras ella dormía. Él era su protector, lo proclamaba a gritos, pero en realidad él también buscaba protección en ella. Una extraña comunión entre almas, con unas reglas implícitas que dictaban el comportamiento entre ellos. Y su corazón soñaba desbocado con saltarse las reglas y correr libremente por los campos de la aventura. Mientras acariciaba su cabello con suavidad iba pensando en todo lo que habían pasado juntos. Se recordaba a sí mismo lo afortunado que era de haberla encontrado, y de que ella confiara en él. Se parecían en tantas cosas que parecía mentira que no fueran hermanos. En cambio tenían una visión distinta de la vida, y a veces sus sentimientos iban desacompasados. Aún así él disfrutaba cada instante con ella, y le encantaba verla sonreír. Lo único que estropeaba su paz era aquél molesto dolor de cabeza.
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