miércoles, 4 de julio de 2012

Cristal

En la costa siguen vivas,
las tormentas no han cesado.
Iros, que las olas rompan
sobre otro acantilado.
Éste, viejo, ya ha quedado
por el tiempo desgastado
y las rocas que sostuvo
al final se derrumbaron.
Los martillos de la vida
repican sobre los clavos,
y sus ecos amortiguan
los gemidos del esclavo,
que a merced de los cayados
que su espalda ha encontrado
en ruinas ha convertido
los restos de su pasado.

No hay salida, no hay camino
más que aquél que has encontrado,
No hay señal que identifique
la estrella que estás buscando.
Y aunque lloras por la noche
nadie escucha tu canción.
A salvo bajo la almohada,
tu cristal, tu corazón.

Despiertas, un nuevo día,
una nueva soledad,
pero el mismo pan de siempre
vuelves a desayunar.
Un tazón de incertidumbre,
cucharadas de dolor,
tostada de pan de miedo
untada en resignación.
Luego empiezas tu jornada,
y realizas tu deber;
al mismo mundo de siempre
te obligan a complacer.
Y aunque siempre te preguntas
cuánto más has de aguantar,
la respuesta nunca llega,
y te mueres sin hogar.


No hay salida, no hay camino
más que aquél que has encontrado,
No hay señal que identifique
la estrella que estás buscando.
Y aunque lloras por la noche
nadie escucha tu canción.
A salvo bajo la almohada,
tu cristal, tu corazón.

Deberías ser capaz
de mirar una vez más
lo que fuiste alguna vez,
lo que nunca más serás,
porque el tiempo es siempre igual,
todo cambia, y tú también.
Rompe ahora tus cadenas,
muéstrales lo que no ven.

Muéstrales lo que no ven...
Muéstrales lo que no ven...


No hay salida, no hay camino
más que aquél que has encontrado,
No hay señal que identifique
la estrella que estás buscando.
Y aunque lloras por la noche
nadie escucha tu canción.
A salvo bajo la almohada,
tu cristal, tu corazón.

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