viernes, 29 de junio de 2012

Silencio

Imagina un espacio vacío donde el único color es el negro. Coloca en él tus recuerdos más felices como esferas de cristal de todos los colores imaginables. Átalos con hilos invisibles entre ellos y déjalos flotar.

Ahora añade en el hueco libre un montón de cintas infinitamente largas, de color rojo, que cubran el espacio casi por completo. Si lo has hecho bien, apenas podrás distinguir los recuerdos de las cintas. Dale movimiento a todo este conjunto, mézclalo y obtendrás un caos incesante de recuerdos y cintas agitándose. Obsérvalo y reflexiona cuántos de los recuerdos que conservas no se ven parcialmente tapados por el dolor del momento en el que vives.

Sólo hay un modo de encontrar la paz en este caos.

Silencio...

sábado, 23 de junio de 2012

Void

Era de noche. Otra vez allí arriba. Las vistas de la ciudad desde el balcón ornamentado eran las mismas, pero algo había cambiado en ella. Donde antes había luces de colores ahora se distinguían carteles de obras con luces amarillas, vallas, material de construcción almacenado y miles de diminutas hormigas de un lado para otro poniendo las cosas a disposición para el inicio de las obras. La ciudad cambiaba.

Tras las nevadas de invierno muchos de los edificios habían sufrido problemas de infraestructura. Las calles habían colapsado ante los escasos preparativos. Las medidas de seguridad se habían incrementado de forma radical para acabar con la corrupción de las calles y se habían cambiado los estatutos generales. Y él lo observaba desde aquél edificio en las alturas de la ciudad con su copa de whisky en una mano y la otra en el bolsillo de los vaqueros. Bebió un trago lento, casi indeciso. Cerró los ojos, se dejó embriagar por el aroma de la malta destilada y sintió un ligero mareo en la cabeza precedido de un escalofrío. Soltó el aire en un gesto de placer y se mantuvo así un rato, disfrutando de las sensaciones del momento. El viento le revolvió con suavidad el pelo ondulado, una brisa fresca cargada de olores de la nueva estación.

Le resultaba difícil creer que siguiera solo. Habían pasado tantas cosas... Y él no había encontrado lo que buscaba. A pesar de todo el esfuerzo implicado, las duras noches de insomnio, las horas muertas esperando cartas y correos que nunca llegarían, no había avanzado nada. Ella seguía sin dar señales de vida después de dos meses, y la muerte había dejado a su paso vidas importantes que podrían haberle ayudado a cumplir su meta. Pero él era consciente de la dificultad que entrañaba conseguir una compañía adecuada. Ninguna de las personas con las que había tomado contacto habían demostrado tener las cualidades necesarias para lo que él perseguía. Empezaba a pensar que tal vez tuviera que emprender el viaje solo. Pero era una idea aterradora. El único sujeto que le había parecido razonablemente cualificado era aquella chica desaparecida.

Tras la oferta inicial ella había aceptado comenzar con las fases de preparación. Habían acordado posponer la sesión, tras lo cuál ella abandonó el edificio y se perdió entre la multitud cien metros más abajo. Él la vio marcharse desde aquél mismo lugar en el que se encontraba, con el mismo vaso, la misma bebida, el mismo traje, pero diferente gesto. Aquél día en que observó a su posible compañera alejarse se encontraba satisfecho y lleno de esperanzas. Sabía que no debía hacerse ilusiones, pero se permitió el lujo durante unos instantes de fantasear. En cambio ahora no estaba aquella sonrisa de victoria en su rostro, ni el brillo de ambición en sus ojos. El único brillo que se reflejaba era el de las luces de obras que habían plagado la ciudad, y la única sonrisa, la del horizonte lejano. Su mente era un hervidero de preocupaciones y ninguna de sus aficiones había conseguido distraerle de aquél pequeño caos mental. Se apoyó con gesto taciturno sobre la barandilla y suspiró. Había tantas cosas que no comprendía, que ignoraba, y que su mente no era capaz de descifrar, que se desbordaba por momentos. Y su propia mente le pedía tregua, y su propia mente le plantaba batalla. Aquél choque lo hizo estremecerse por dentro. Se le encogió el corazón, el estómago se agitó, y con un ahogado grito de rabia arrojó el vaso de whisky al vacío.

domingo, 3 de junio de 2012

Independiente

-Desenrolla la alfombra, enciende las luces, pon la música y vístete con tu mejor traje. Ella está en camino. Ábrele la puerta cuando llegue, ofrécele tu mano y sonríe, comenta algo sobre sus zapatos, pendientes o algún otro detalle que unos ojos despistados dejarían pasar inadvertido. Haz que se sienta como la reina que es, llévala hasta el trono y enséñale las maravillas que éste le ofrece. Si lo haces bien, tal vez ella te recompense. El ayudante juega un papel fundamental en la vida de un gobernante. Te necesita para cumplir sus funciones y satisfacer sus placeres. Eso harás, todo eso y más.
-¿Y qué pasará cuando se dé cuenta de que no es real?
-Lo sabe, pero no quiere admitirlo. Necesita tener el control, y un mundo que no es real se escapa de sus manos. Por eso te necesita, ya que tú eres quien le mostrará el mundo que ella quiere ver.
-No se si podré...
-Si no puedes, ya buscará a un ayudante mejor. Ahí fuera existen miles de personas que se doblegarían ante una vida de servicio con sólo estar cerca de la reina. Pero ella te eligió a ti porque sabe de lo que eres capaz. No temas defraudarla, pues si se equivocó no cae en tus manos. Hazlo como tú sabes.